jueves, 19 de agosto de 2010

Con La Sole como gran sorpresa, el show que armó la Bolsa para Cristina

Grandes banderas y hasta juego de luces, en un acto no tradicional, al que no faltó nadie a la cita.

 

solerosario

Reconstruir la crónica de lo que pasó anoche en el 126 aniversario de la Bolsa de Comercio de Rosario implica no sólo hablar de la presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sino de todo lo que enmarcó la visita de la mandataria a la institución.

A la cita no faltó nadie. Hasta aquellos que habitualmente se muestran díscolos ante cada opinión o determinación que toma Cristina, ayer se pusieron su mejor traje y dijeron presente, en algunos casos esperanzados con escuchar anuncios que sonaran como música para los oídos. Y muchos, pese a que la presidenta pegó duro, hicieron cola para sacarse una foto con ella o algunos de sus ministros.

Ya habrá tiempo para analizar el discurso con el que la presidenta se dirigió “a todos y a todas” durante más de 45 minutos, pero ni bien comenzado el acto los presentes observaron con entusiasmo que, si bien no llegaba en tono de anuncio, la música se hacía presente en el lugar de la mano de Soledad Pastorutti.

La cantante de Arequito –muy vinculada a la posición del campo durante los primeros meses del conflicto por la 125, pero más allegada al gobierno después, hasta tal punto que fue uno de los shows centrales en los festejos por el Bicentenario- entró al SUM de la Bolsa interpretando en vivo la canción Rosario de Santa Fe, mientras en el escenario detrás de las autoridad se desplegaba una gigante bandera argentina.

Acto seguido y tras saludar a la presidenta, puso a todos de pie e interpretó el Himno Nacional Argentino, un emotivo momento donde nadie se confundió la letra y donde reinó el espíritu de Bicentenario que circuló en el ambiente durante toda la noche.

Si en el lugar hubiese habido un aplausómetro de esos que se usan para medir la popularidad de los artistas cuando se suben a escena, hubiera marcado que la entrada de La Sole fue más festejada con palmas que la de Cristina. Pero, nobleza obliga, a la presidenta hay que reconocerle algo: consiguió ser aplaudida por (casi) todos los presentes, y los presentes no eran precisamente militantes peronistas que se habían llegado hasta ahí por el pancho y la coca, sino que se trataba del establishment agrícola, industrial, y político de la provincia de Santa Fe.

“¿No va a haber silbidos ni abucheos?”, le preguntó uno de los invitados a otro. “Esperá, todavía falta”, le respondió su colega. Lo cierto es que el presagio del trajeado hombre no se cumplió y, en cambio, durante todo el discurso de Cristina se pudieron contabilizar hasta seis aplausos espontáneos que bajaban de la platea.

“Claro, seguramente la aplaudieron cuando anunció una baja de las retenciones para los pequeños y medianos productores o alguna medida a favor de los pooles de siembra y el sector exportador”, podría pensar algún desprevenido. Pero no, el discurso de la presidenta no tuvo ninguno de esos condimentos. Por el contrario, durante los más de 45 minutos en el que desplegó su capacidad de oratoria se encargó de enumerar una tras otra las medidas tomadas por el gobierno que beneficiaron no sólo a un sector puntual sino que hicieron que la economía “lleve doce meses seguidos de crecimiento”, según remarcó.

Antes de que Cristina se dirija al auditorio con los números sobre la mesa y ponga el tela de juicio la transparencia con la que se mueve el sector (“la evasión que existe hoy me obliga a mantener los derechos de exportación”, dijo textualmente), el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristián Amuchástegui había hecho en su discurso el pedido que todos querían oir: “Se están superando las urgencias más acuciantes y los escenarios macroeconómicos muestran un escenario promisorio, por lo cual puede resultar oportuno replantear algunos impuestos que afectan la rentabilidad y generan incertidumbre, reconociendo que deberá partirse de un esquema de disminución progresiva y programada, sin desfinanciar al Estado”.

Así, el principal directivo de la entidad anfitriona eligió seguir fiel a su tono conciliador hasta para tocar el tema más punzante, algo que la presidenta no dejó pasar de largo. Primero esbozó una sonrisa cuando lo escuchó, y después, cuando le tocó tener la palabra, lo expresó así: “Elegantemente el señor presidente de la Bolsa de cereales me dice que los derechos de exportación deben ser paulatinamente eliminados…pero las retenciones no son un castigo, son un instrumento de política económica”, aseveró.

A estas alturas de la noche, los presentes se empezaban a resignar y a darse cuenta de que lejos estaba la invitada de honor de anunciar lo que ellos habían ido a escuchar. Así, ya más cerca del cóctel que del análisis económico que estaba haciendo Cristina, empezaban a mirar sus relojes, ansiosos por pasar al hall central del edificio principal de la Bolsa donde el catering de Megna los esperaba para amenizar lo que quedaba de la noche.

El que no se había ido muy preparado para la ocasión a la hora de hablar en público fue el gobernador santafesino Hermes Binner, o al menos esa fue la sensación que quedó flotando en el ambiente. Sus cinco minutos al micrófono quedaron reducidos solo a saludar a los presentes, felicitar a la Bolsa por el aniversario, y hablar de la importancia de las cadenas de valor. Solo eso. Nada más que eso.

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